A razón del día nacional del guarda parques

Kindy

El reciente 13 de febrero se conmemoró en Venezuela el “Día Nacional del Guardaparques”, pero para nuestra sorpresa, no es un día muy mencionado y mucho menos celebrado en grande, ¿quién escuchó hablar del guardaparques este año?, por lo menos en la prensa capitalino no vi ningún comentario al respecto, ni en los pocos diarios regionales que suelo revisar, y peor aún ni siquiera una breve mención del tema en la página del Ministerio del Poder Popular para el Ambiente, solo se hace mención de ello en la Web del Instituto Nacional de Parques, que refleja la lista de actividades coordinadas para la fecha, en algunas regiones del país.

Es lamentable que no se celebre en grande; porque operar un Parque Nacional no se limita a sólo vender las entradas o a vigilar el acceso, como piensan muchas personas. “El guardaparques arriesga diariamente su vida para resguardar el agua y la biodiversidad de más del 16.45% del territorio nacional”. Las funciones de estos hombres y mujeres son múltiples; porque ellos deben laborar durante las 24 horas del día y los 365 días del año, para proteger todos aquellos espacios naturales (nuestros Parques Nacionales y Monumentos Naturales), que han sido protegidos por el Estado Venezolano, bien sea por su belleza escénica natural, o por la flora de importancia nacional que en ellas se encuentran. Podemos decir que “son los guardianes de patrimonios mundiales de la naturaleza, como el Parque Nacional Canaima, y garantes de bellezas escénicas únicas, entre ellas el Parque Nacional Los Roques”

Ahora bien, veamos una breve reseña de cómo nace este efemérides ambiental.

El 13 de febrero de 1992, cuando un grupo aproximado de 50 guardaparques se encontraban reunidos en el Parque Nacional Henri Pittier, crearon el Día Nacional del Guardaparques, “fecha que siempre ha sido propicia para rendir homenaje a estos servidores públicos” -entre comillas-, en conmemoración a la fecha (13 de febrero de 1937) en que fue decretado el primer parque nacional, denominado Rancho Grande, actual Parque Nacional Henri Pittier, ubicado en el estado Aragua.

Luego de una breve reflexión al respecto sobre lo que significa ser un guardaparques, me deja una gran expectativa, ¿cómo podemos llamar a aquellas personas que dedican parte de su vida al cuido y protección de los árboles fuera de bosque – o fuera del parque -?, ¿las que dan la lucha en contra de la tala indiscriminada y la poda severa de los árboles de nuestras ciudades?, ¿aquellas que se enfrentan a distintas instituciones –públicas o privadas – que de repente aparecen talando, podando e incluso quemando un árbol?.

Sí, es cierto que la tala y la poda de árboles es una materia permisada, pero únicamente para efectos fitosanitarios, o cuando un árbol es considerado en última instancia como un elemento de alto riesgo para la vida de las personas que se encuentran en su entorno.

Si embargo, muchas personas se dan la tarea de talar y podar severamente árboles, tan solo por el simple hecho de que les estorban y luego las ventanas donde se encontraban plantados, son tratadas como espacios recolectores de residuos y desechos sólidos que contaminan y afean nuestras ciudades.

Pero, en la constante y eterna lucha, esos hombres y mujeres, guardaparques anónimos o no, de las ciudades, han demostrado que si es posible hacer cumplir las normas al respecto, que si es factible castigar a los asesinos de la naturaleza y que si existe una cultura social sensibilizada hacia lo ambiental.

Por eso hoy mi reconocimiento a aquellos héroes que luchan por salvar la vida de los árboles en cualquier espacio de nuestro país.

αΩ

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